¡Hola a todos! Por fin empezamos con nuestra actividad, y para ello (para abrir boca) queremos compartir esta sección con vosotros. En Tras las huellas del traductor de árabe intentaremos acercarnos a la figura del traductor (ese gran desconocido, que también es persona, que también existe y tiene las mismas funciones vitales que tú), en especial al de árabe (ese gran desconocido también, ¡cuánto desconocimiento!).
En esta primera entrada nos gustaría compartir y comentar con vosotros este enlace. Se trata de un artículo de la revista La linterna del traductor, una publicación periódica promovida por
Gracias a la lectura de este
interesante y curioso artículo podemos constatar algunas de las taras de la
profesión del traductor sobre las que quizá nadie haya oído hablar,
pero asimismo se pueden descubrir algunas otras que afectan al sector
específico del traductor jurado, y algunos problemas más concretos con los que
se topa el traductor jurado de árabe. Entre los aspectos constatados se
encuentran: la carga ética con la que el traductor debe lidiar, la necesidad de
una dedicación y formación constantes (actualizar conocimientos es una
inversión), que a menudo no pueden lograrse por las malas condiciones de la
profesión; o la frustración a la que muchos intermediarios someten al traductor
con sus abusos o malas gestiones. Por otro lado, y centrándonos en la
problemática del traductor-intérprete jurado, Hanan Saleh Hussein nos habla
también de cómo los pagos no contemplan los desplazamientos del profesional en
cuestión y de cómo además, en ocasiones, se paga menos dinero si, por motivos
ajenos al traductor (que está en donde debe estar, cumpliendo), se retrasa
algunos minutos el comienzo de un juicio. La autora del artículo reflexiona
sobre esto, alegando que las precarias condiciones del empleo de traducir o
interpretar están causando un descenso en la calidad del trabajo final de los
profesionales que las sufren. Como caso aislado (pero no menos importante) para
intérpretes jurados de árabe, la traductora nos habla del peliagudo problema de
la extensa dialectología árabe y de cómo el desconocimiento general hace que el
traductor se vea en un aprieto del que no es responsable (un aprieto siempre y
cuando el traductor sea honesto y reconozca su carencia), o bien que, por
recortes, sea un traductor sin la formación necesaria en un dialecto específico
el que realice un trabajo concreto con una calidad discutible.
Como ves, traducir no es pan comido. Pero en Fusayfusá estamos dispuestos a masticar y masticar y masticar para hacer un trabajo digno, profesional y a la altura de nuestros clientes.
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